miércoles, 11 de noviembre de 2009

WEST SIDE STORY (R.WISE Y J. ROBBINS, 1961)

Hoy iniciamos una nueva sección en dMoove, dedicada al comentario de películas y espectáculos relacionados con la danza y el baile, además de la inclusión de noticias y comentarios relativos a dicho tema.
Y como la ilusión es mucha, quiero empezar bien inaugurando el espacio con un breve artículo sobre "El Musical", así con mayúsculas. Y no es para menos porque West Side Story sigue presente, casi cincuenta años después, y con una modernidad inherente que no se pierde con el paso del tiempo. Pero empecemos por el principio…


Cartel de la película.


Hay quien no tolera la visión de una película musical más allá de los primeros minutos. No sería la primera vez que veo cómo parte de un público adulto sale huyendo despavorido ante un film de este género. ¿A qué se debe ésto? Para desentrañar la incógnita debo iniciar esta reseña definiendo qué es un musical.

“Al referirnos al género musical, aludimos a todas aquellas producciones cinematográficas que incluyen canciones o temas bailables en una parte fundamental de su desarrollo dramático. En su totalidad, las variantes del cine musical tienen una raigambre teatral, como sucede con las operetas alemanas, los musicales de Broadway, las zarzuelas, las óperas e incluso los conciertos de rock, cuya adaptación al cine ha contribuido a popularizar entre el público todas esas fórmulas escenográficas." Proyecto Media


Se encuadra en el musical toda película que otorga importancia al espectáculo de la música a través de canciones, bailes o coreografías (…). Pero, el musical por excelencia es el musical americano, un género genuino y que se caracteriza por historias optimistas y de cierta frivolidad, en las que una trama y unos personajes muy simples sirven de soporte para números musicales espectaculares. Se llama también comedia musical porque los tratamientos dramáticos resultan excepcionales.
Se involucra el sonido como forma de darle al protagonista un desenvolvimiento artístico y bailable dentro del desarrollo de la película; es decir incluirle (sic) un movimiento innovador y revitalizador como otra manera de darle forma a una nueva expresión." Cine musical


Como se puede apreciar, la receta que lo compone es sencilla. Se trata de una narración fílmica, no siempre encuadrable dentro del género de comedia, como veremos, interrumpida por música y canciones acompañadas habitualmente de espectaculares coreografías (aunque no tiene por qué cortar la narración y es frecuente que canciones y coreografías aporten elementos a la trama). Pero sucede que, si la fórmula se desequilibra por una mala mezcla, la película se tambalea, ofrece más de un elemento que de otro y el resultado es malo, tanto que el público no lo tolera.
Pensemos ahora en el ejemplo que nos ocupa, West Side Story, y vayamos a lo puramente material, recordando los diez Oscar con los que fue premiada allá en 1961, incluido el Oscar a la Mejor Película. La respuesta al enigma es tan simple como decir que se trata de una obra redonda, perfecta y equilibrada se mire por donde se mire.
Analicemos su historia
.


Jerome Robbins y Natalia Makarova en pleno ensayo.


En 1949, el coreógrafo Jerome Robbins tuvo la idea de realizar un montaje basándose en la historia de amor más universal de todos los tiempos, la narrada por William Shakespeare en Romeo y Julieta, pero trasladándola a la ciudad de Nueva York de aquel momento. El compositor Leonard Bernstein y el escritor Arthur Laurentis se mostraron interesados en la colaboración en el proyecto así que, partiendo de los esfuerzos aunados y de una visión realista de la sociedad contemporánea, decidieron ambientar la historia en función de la rivalidad de dos bandas callejeras, la de los americanos, oriundos de los EE.UU., y la de los latinos, inmigrantes de Puerto Rico (en aquel momento, el pandillismo y los problemas con la inmigración eran algunos de los quebraderos de cabeza de la policía neoyorquina por lo que la temática era de lo más oportuna). Tony, antiguo cabecilla de los Jets norteamericanos y Maria, hermana de Bernardo, líder de los Sharks, se enamoran perdidamente. Y es en torno a esta historia, tan vieja como el mundo, donde se empieza a hilar una sucesión de acontecimientos que derivan en una gran tragedia, salpicada por números increíbles y canciones inolvidables (como podemos apreciar, la segunda cita no es aplicable a este caso).








Escena de pelea.


El musical de Broadway funcionó tan bien (tanto incluso que se sigue representando a día de hoy, a pesar de haber sido estrenado en 1957) que Robert Wise no se pudo resistir a la posibilidad de realizar una adaptación cinematográfica contando con la colaboración inestimable de Robbins, alma mater del proyecto original. Y es así como en 1961 ambos ruedan uno de los musicales más aclamados de todos los tiempos.


Robert Wise le da indicaciones a Natalie Wood en un momento del rodaje.


Para que veamos la importancia que tienen los pasajes musicales en este film podemos constatar cómo la película fue firmada tanto por Wise como por Robbins (ambos premiados con un Oscar a la Mejor Dirección, algo nunca visto en la historia de los premios hasta dicho momento), un hecho de gran importancia, sobre todo si tenemos en cuenta que el coreógrafo fue apartado del proyecto debido a que se consideró que no se ofrecía la seguridad suficiente a la hora de bailar unas coreografías que eran absolutamente acrobáticas y arriesgadas, simulando peleas en ocasiones, fascinantes en cualquier caso (Wise tuvo que hacer frente a la terrible injusticia que se cometió con el coreógrafo, apartado de su creación, y terminar el trabajo solo pero lo hizo siguiendo las pautas de Robbins). El baile en el gimnasio, con esos cambios de ritmo, melodías jazzísticas y mambos (trabajo magnífico de Bernstein), o el número América, que también incluye ritmos propios de la música latina, perduran en la retina de los espectadores. Se trata de bailes más propios de gimnastas, extremadamente complicados si lo que se pretende es cantar y actuar al mismo tiempo que se danza.






Escena de baile en las calles de Nueva York.


Pero ésta era la condición indispensable para participar en el proyecto, a pesar de que, finalmente, los actores protagonistas, intérpretes de los enamorados, no cantasen ni bailasen. Tony, interpretado por Richard Beymer tuvo que ser doblado por Jimmy Bryant y la voz de Maria (Natalie Wood) la puso Marnie Nixon, haciendo una gran labor lírica. Tal vez sea por este motivo que a menudo se recuerde con mayor admiración el trabajo de Rita Moreno (Anita) y George Chakiris (Bernardo), verdaderos profesionales del canto y el baile.


Tony y Maria, amor urbano.


Como decíamos, la importancia de West Side Story radica en el hecho de que estos pasajes musicales no fragmentan la acción sino que la complementan aportando elementos que definen personajes y situaciones. La dulzura de Maria, la bondad de Tony o el carácter de Anita, por poner algún ejemplo, son visibles en las letras de las canciones y en la fuerza de los bailes (en el caso de Anita, por supuesto), al igual que la fuerza de la tragedia se muestra con las diversas melodías. A esto se suma la unión entre fantasía y realidad propia del género que, en este caso, está más próxima a lo reconocible por el público debido al rodaje en exteriores, con esas escaleras de incendios que han quedado por siempre en el imaginario colectivo de la ciudad de Nueva York, o con las canchas de baloncesto, marco incomparable para los saltos y acrobacias de Jets y Sharks.


Bernardo y sus secuaces danzan para marcar territorio.



West Side Story
, o Amor sin barreras, como fue rebautizada en el circuito cinematográfico español, se compone de una historia de amor, quizás almibarada en exceso, eso no se puede negar, pero se trata de Romeo y Julieta. Y son estos unos enamorados que cantan canciones como las inolvidables Maria o Tonight y que se hacen acompañar por unos amigos que ponen ritmo a su historia, a veces con tanto ímpetu que desencadenan tragedias inevitables.
Nunca un amor fue tan aclamado.





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